lunes, 27 de abril de 2015

Amor y sexo: Las dos caras


Lo erótico, como expresión sexual en la pareja de amantes, no es forzosamente el soporte del amor. Máxime cuando el amor, en su real dimensión, responde a una singular tonalidad afectiva con un sentimiento trascendente. Esto sucede aunque el amor, entre personas, conlleve un alto grado de sensualidad y suela nutrirse de una fogosa pasión sexual. Pero independientemente de la distancia dada entre el amor y el sexo por su naturaleza y fines, ambos se autoinfluyen de muchas maneras, jugando un rol fundamental en la lucha cotidiana.

Es un hecho evidente que edificamos gran parte de nuestra existencia con proyecciones favorables y exitosas a partir del sexo, del estimulo sexual y del amor real o quimérico. Pero también arrastrados por la pasión sexual, podemos empobrecer o destruir nuestra existencia; asimismo, en nombre del amor ilusorio o verdadero podemos enloquecer y arruinar la propia vida.

En el cortejo amoroso y en la experiencia sexual ponemos de manifiesto el temperamento y el carácter, si somos liberales o conservadores, si nos domina el retraimiento y la timidez, o si prevalece la confianza, la decisión, el desprendimiento o el egoísmo.

De hecho, el comportamiento sexual, cual si fuera un test, revela aspectos importantes de nuestra personalidad incluso a nivel social. Igualmente, un gran número de las actitudes que desarrollamos en las más diversas actividades públicas trasluce mucho acerca de cómo somos en la vida sexual y de los conflictos que padecemos. De ahí que la fogosidad, el apasionamiento o la frialdad afectiva y un sinfín de problemas sexuales los reflejemos encubiertos en las variadas actividades que desarrollamos cotidianamente…. (Continuará)
Jam Montoya

 
 
 
© Jam Montoya