Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza,
no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción ni de
cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría
de hacer y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad
y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la
realidad es transformable.
© Jam Montoya
jueves, 25 de diciembre de 2014
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